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La historia de este artículo comienza una tarde de domingo cualquiera de esas que te dejas caer por el videoclub más cercano para ver si hay suerte y ves algún título de película sugerente que pueda ocupar la lluviosa tarde que te espera. El caso es que a mí me gusta el cine español y especialmente las películas de jóvenes actores que creo están dando un aire nuevo a nuestro cine. Por eso la primera estantería a la que me dirijo suele ser esta, y casualmente el otro día encontré un título de esos que al menos te hace echar un vistazo a la carátula. Se titulaba “Tu vida en 65 minutos” y el argumento estaba centrado en tres jóvenes amigos que leen la esquela de quien suponen es un compañero del colegio al que hace tiempo perdieron la pista. Acuden al tanatorio y se dan cuenta de que se han equivocado: aquel entierro no es el de su compañero de escuela. A partir de aquí se suceden una serie de acontecimientos que marcan el devenir de estos chicos, cambiando algunos de los principales valores de su vida.
Uno de los hilos que dan continuidad y en parte justifican el título de esta película habla de cómo un profesor de su universidad les obliga a entregar sus trabajos en un folio que no ocupe más de 65 palabras. Esto fue lo que me hizo pensar en la de horas y esfuerzos que dedicamos a leer interminables propuestas que nos roban excesivo tiempo de nuestras “agobiadas” agendas, cuando deberíamos dedicarlo a cosas mucho más provechosas.
A partir de ahí me planteaba si sería posible un mundo empresarial donde todos los informes que tengamos que entregar a nuestros jefes, todas las propuestas de nuestros proveedores, todos los correos internos… no pudieran ocupar más de 65 palabras.
Quizá comience a poner en práctica este método dentro de mi propia empresa diciendo a los informáticos que limiten la capacidad de los correos electrónicos para que ninguno pueda ocupar más de esta mágica cifra de palabras. Estoy convencido de que así perderemos menos tiempo en leer mensajes deslavazados, sin contenido y con poco valor.
A partir de aquí conseguiremos desarrollar en nuestra gente una mayor capacidad de concreción e incluso de análisis. Solamente si eres capaz de analizar profundamente una situación, serás capaz de transmitir una adecuada reflexión utilizando sólo 65 palabras. ¿Por qué existen propuestas que se valoran más por el numero de folios que por el verdadero valor que aportan? ¿Vivimos en una cultura de la justificación? Este tipo de actitudes me recuerdan a mi época de estudiante cuando poníamos un interlineado doble y una letra terriblemente grande en nuestros trabajos para que parecieran con más contenido. Así que vamos a salir de esa etapa estudiantil y vamos a centrarnos en aportar valor a nuestra organizaciones sin adornarnos excesivamente.
Esto podría ser algo similar a lo que mis compañeros del área de mejora de procesos tratan con herramientas lean, donde eliminan todo lo que no aporta valor en la empresa y que nos hace perder dinero constantemente.
Esta claro que puede haber veces que parezca que 65 palabras no son suficientes, pero pensemos en la cantidad de sentimientos que se pueden expresar, los mensajes que podemos transmitir… Creo además que este “consejo” (si puedo atreverme a llamarlo así) es aplicable incluso a su vida personal. Es más, les pediría que hicieran un esfuerzo y transmitan a la persona que esté a su lado las verdaderas razones que le hacen seguir ahí, utilizando sólo 65 palabras. No les quepa ninguna duda de que será una prueba gratificante para ustedes y como no, para la otra persona.
Como parece que me estoy enrollando demasiado y estoy contradiciendo claramente esta maravillosa teoría, no puedo finalizar este artículo sin poner a prueba este invento, así que tendré que demostrarles como podemos convencer a alguien utilizando exclusivamente 65 palabras, ahí voy:
“¿Por qué utilizar solo 65 palabras? Porque tenemos que ser capaces de concretar, porque conseguimos despertar la atención de nuestro interlocutor, porque lo bueno si breve… porque así conseguiremos que nos lean, porque no hay peor libro que el largo y aburrido, porque seguro que nos lo agradecerán, porque hoy el tiempo es oro, porque hay silencios que valen más que muchas palabras…”
Seguro que más de uno ha contado las palabras, ¿verdad?, sólo hay 63, pero es que he dejado para el final las dos últimas, “muchas gracias”.
Sólo el titulo me ha llamado a la reflexión y a compararlo con los 160 caracteres que nos han dado en twitter. Definitivamente, se aprecia más o se dice más en menos palabras, será por la intensidad de las que se escogieron para hacerlo? Pero debo decir que me ha encantado el artículo y también intentaré ponerlo en práctica (59palabras jejeje)
Muchas gracias por tu comentario Carla, nos alegramos de que te haya gustado.
Estamos en contacto.
Muy buen artículo, Josean. Comparto al 100% lo que dices.
Enhorabuena por el blog que habéis puesto en marcha. Es un poco de aire fresco en medio de la avalancha de información que recibimos en las empresas. Reconforta saber que hay gente que va al fondo de las cosas y pone sobre el tapete las cuestiones verdaderamente importantes.
Hace un tiempo escribí un artículo sobre este mismo tema que envié a una revista de gran tirada. No me lo publicaron, supongo que porque, desgraciadamente, el mundo va en general en sentido opuesto y es un tema que interesa poco. Os lo paso por si puede añadir algo a lo ya dicho. Gracias y saludos.
«La síntesis es el proceso posterior al análisis y consiste en extraer la conclusión de un determinado problema o cuestión con el menor número posible de palabras.
Suelo desconfiar de quien utiliza treinta frases para convencerme de algo cuando podría hacerlo sólo con una. O no tiene clara la idea que intenta transmitir o pretende confundirme y manipularme.
Me aburren cada vez más los que hablan mucho y dicen poco.
Quienes intentan ser concisos al expresar sus ideas suelen ser tachados de insensibles, poco comunicativos y políticamente incorrectos. Mi opinión es que el conciso es, en general, alguien que respeta a su interlocutor y su tiempo.
El perfil del conciso escasea en nuestra sociedad, predominando el charlatán que es el ejemplo más claro del indeseable prototipo opuesto.
El modo en que hacemos la síntesis tiene una clara componente ética. Deberíamos exigirnos a nosotros mismos ser concisos y honestos al comunicar con los demás y exigir a los demás que también lo fueran con nosotros.
Si la síntesis fuese una asignatura obligatoria y troncal en los colegios tendríamos un mundo completamente distinto, más desarrollado, justo y humano.
Espero haber sido conciso».
Gracias por tus comentarios Javier.
Veo por tu escrito que coincidimos en el enfoque plenamente.
1saludo
Eres genial con menos palabras te digo todo » has dado en el clavo» de esta sociedad.
Suerte
Gracias Raquel. Siempre aprendemos rodeados de gente como tu.